Instagram Feeed

Username field is empty.

Username field is empty.

100_1855

Como una bola de nieve.

Lo primero era pisar la “mítica cancha de fútbol sobre el agua”, el gancho que nos llevó hasta ese rincón perdido del mundo. Luego conocer gente que tuviera relación con ella: jugadores de antaño, actuales, constructores de la cancha, vecinos, irían contando anécdotas y recomendando a otros, como una bola de nieve, para esí empezar a conocer la trama del tejido social Veneciano y encontrar una historia que contar.

José Donado nos había designado una canoa y un remero: Oswaldo Cervantes. Con un apellido tan ilustre, no dudamos en que estábamos en buenas manos para salir a buscar historias y aventuras. Con la alegría de un par de niños con un parque de diversiones a su disposición, nos montamos en la canoa a pesar del solazo de medio día que caía sin piedad sobre la ciénaga.

La travesía por las calles de agua nos presentó en sociedad: niños que se asomaban por las ventanas y luego cuchicheaban y estallaban en carcajadas, las mujeres interrumpían sus que haceres domésticos a nuestro paso como si pasara le carromato de un circo, pescadores que nos clavavan su mirada dura sin mover un músculo de su cara, otros más simpáticos levantaban su mano, le gritaban algo incomprensible a Oswaldo y nos regalaban una sonrisa, el jefe de policía que nos recibió con su imponente barriga hinchada al sol y su revólver en la cintura. Por fin, detás de un enorme matorral de manglar: ¡la cancha de fútbol!.

¿Cómo disimular la tristeza?. Aquello era un barrial lleno de charcos y camalotes, batatas como dicen por allá, con basura acumulada por la corriente. Unos arcos de madera despintada, quebrados y añadidos burdamente. Un cerdo buscaba comida desesperado en el medio campo, ridícula caricatura de algo que una vez fue leyenda. ¿Por que la habían abandonado? ¿Qué había sucedido? Contra uno de los arcos, un grupo de adolescentes chapoteaba pateando una pelota de plástico celeste. Entre carcajadas y gritos, el arquero se lucía volando de palo a palo sabiendo que caía sobre un colchón de agua. No estaba muerta, un gen de vida latía aún.

Dejá un comentario